miércoles, 18 de noviembre de 2009



Albert Serra es uno de los "raritos" del cine español actual. Un catalán que rueda en el dialecto propio de esta zona de España y que se dedica a saltarse toda regla imaginable en la construcción narrativa para brindarnos lo que bien podría ser descrito como una serie de secuencias de corte lírico.
Su primera película, Crespia, estaba cargada ya de incongruencias pero en ella todavía existía una historia a pesar de que esta fuese un tanto extraña y no se adaptara a los cánones de las estructuras dramáticas clásicas o tradicionales. No hay nudo, no hay desarrollo y no hay desenlace, así de simple.
Con Quixotic el autor se adentró todavía más en esta tendencia. No sólo encontramos en ella una ruptura con la narrativa, sino que ahora el lirismo se encuentra potenciado hasta llegar a una construcción puramente aleatoria de eventos presentes en un momento de la vida de dos personajes conocidos de la literatura: Don Quijote y Sancho.
Ya en su última película, El Cant dels Ocells, Serra dio continuidad a su propuesta visual expuesta en Quixotic pero esta vez adentrándose en la historia de los tres Reyes Magos y su peregrinación.
Muy poco conocido en Venezuela, a pesar de haber ganado toda una serie de distinciones como el premio de la academia catalana y haber presentado su obra en la Quincena de Realizadores de Cannes, Albert Serra es uno de esos cineastas que se preocupan por salirse de la norma y es justo y necesario hacerle una pequeña reverencia para darle gracias por su labor.

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