martes, 26 de abril de 2011

De tipología incervible

Igual todos te ven como aquello que eres y reconoces cada mañana en ese ritual tan significativo y a la vez poco relevante. Una mirada y pronto encuentras los cimientos resquebrajados de un mundo ficticio. Eres el arquitecto de aquella estructura en la que te montas para protegerte de un entorno hostil. Tu fortaleza venida abajo.
¿Qué pasa cuando cae el concreto con el que proteger tu piel?
Ojos en cada camino. Bocas soltando aquello que ya te comunicaban las miradas. Un soplido. Un adjetivo suelto entre miles de moléculas. Una brisa que apenas logras sentir. Todo sutil; todo peso pluma y con eso basta. Estruendos y las grietas que provocan la caída libre, porque cuando el suelo se desmorona sólo queda el espacio y su gravedad que te lleva hasta una profundidad inimaginable.
Suelto ante la nada y en caída hacia lo indeterminado. Ver pasar las migajas que trazan el camino de vuelta al lugar al que no quieres regresar. Como era de esperar, el despertar rotundo que rompa la pesadilla te está negado.

No hay comentarios: