viernes, 15 de abril de 2011

El refugio implícito en la condición de ser uno más

Hace un año me hubiese sido difícil imaginarme la llegada a este punto de mi vida. He pasado de ser un pseudo-realizador con claras intenciones masturbatorias a convertirme en alguien que trabaja en el montaje audiovisual de piezas ajenas. La cuestión a notar es que he abandonado mis pretensiones autorales para convertirme en un eslabón más de la cadena de producción de algunos trabajos de escuela.
Podría ser un miserable que se lamentase por su condición, pero la verdad es que me la paso excelente trabajando con otras personas e intentando ayudarles a darle la mejor forma posible a aquello que han rodado. No sólo no me siento mal, sino que estoy demasiado bien. Lo que a muchos les podría parecer un fracaso se ha convertido en una de las mejores épocas de mi vida (no sólo por mi trabajo, sino por muchas otras situaciones que han venido de la mano con él).
Pero ahí sigue picando esa venita brotada en mí hace ya algunos años. Continúa presente el deseo vivo de crear para dejar salir todo lo que siento que debo dejar salir. En este sentido, lo bueno de verme inmerso en la dinámica propia de la postproducción audiovisual es que me siento un poco más alejado de la responsabilidad de dirigir algún material que se ajuste a las premisas claves que se suelen asociar con la dirección. En cierto sentido, el montaje me ha dotado de mayor libertad para crear algo que pueda no gustar a nadie. Creo que esto es así porque, al probarme que tengo ciertas dotes en la edición, he dejado de tenerle miedo a no tenerlas en la dirección. Vuelvo, así, al estado en el que me inicié en mi primer contacto con la creación audiovisual; una actitud que, de ser traducida al texto, podría enunciarse así: “Esto es lo que quiero hacer y no te lo voy a explicar. Si te gusta, velo, y si no, no lo veas”. No sé si esta sea la mejor manera de encarar el proceso creativo, pero tengo claro que, en mi caso, es la que me permite trabajar. Además, el pensar así me ha permitido abrirme al diseño nuevas dinámicas de producción que se alejan de la costumbre y mezclan dos de mis aficiones: la escritura y el audiovisual.
Ya ha empezado una nueva etapa en mi vida y pronto empezará una nueva en mi labor creativa.

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