sábado, 7 de mayo de 2011

Minutos de cátedra fatalista

Todo eso que le da sentido a mi vida no es sino el producto de mi incapacidad para aceptar la aleatoriedad inherente al comportamiento humano. Intento agrupar en un conjunto coherente todo lo que concierne a mi vida y su devenir, pero me quedo con las manos vacías cuando intento poner en práctica el resultado de ese ejercicio. Veo arder en llamas ese antiguo anhelo de encontrar un cuerpo teórico que unificase mi acción y la guíe en un camino concreto, todo porque he tropezado ante una realidad aleatoria y sin sentido que se desarrolla en un mundo superpoblado por sujetos que desean ordenar lo esencialmente caótico.
Y, a pesar de todo, sé que hay algo en el puro proceso de encuentro con ese mundo que es necesario. Necesito buscar aquello a lo que nunca llegaré, con la conciencia de la imposibilidad de mi búsqueda. Ese es el destino fatalista al que me veo llamado, el de seguir adentrándome en los confines de un sinsentido mientras llevo a cabo una búsqueda imposible.
Verdad, te quiero pero no llegas.

No hay comentarios: