jueves, 7 de julio de 2011

Entornos propicios para una invasión

Mi imagen reflejada en el espejo que se crea con un exterior en penumbra y un espacio interno lleno de luz artificial.
Mi cara puesta en contexto; un entorno que apuñala.
La ropa tendida por el puro placer de tener algo que hacer o, mejor, por el puro gusto de justificar la existencia.
Imagino miradas externas.
Imagino a un sujeto irrumpiendo en casa a través de la ventana. No hay razones para imaginar tal cosa en el primer mundo, pero llevo conmigo ese inevitable mal sudaca.
Y el reflejo sigue amenazador, ocupando un espacio en el vidrio de una puerta que le hace parecer una presencia externa que se adentra en mis aposentos.
Alguien ha venido a perturbarme y no es otro que yo mismo. En mi piso entra la imagen viva de la desidia y el mal gusto.
Tardo en hacerme consciente de la razón de mi miedo y en el proceso entablo un diálogo infructuoso con la imagen reflejada en el espejo que se crea con un exterior en penumbra y un espacio interno lleno de luz artificial.

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